Introducción: La Cuestión Propuesta

En medio de las corrientes de nuestro tiempo, Adventistas del Séptimo Día sinceros han planteado una cuestión de profunda trascendencia con respecto a la “Petición por la Libertad de Conciencia”. ¿Sirve este llamado a exaltar la Biblia como nuestra única prueba autorizada de fe como una entrada disfrazada para el antitrinitarismo? Esta preocupación, nacida de un deseo genuino de proteger la pureza doctrinal, se ha convertido en una barrera para muchos, quienes temen que tal iniciativa efectivamente “legalizaría” la herejía dentro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

La Petición por la Libertad de Conciencia, sin embargo, tiene un único y primordial propósito: restaurar la Biblia a su rol divinamente designado y todopoderoso como la prueba suprema de fe. Si este principio se implementara plenamente, ¿abriría de par en par las puertas al error antitrinitario?

Planteemos la pregunta con honestidad inquebrantable. ¿Puede la personalidad del Espíritu Santo ser probada y afirmada solo por la Biblia? Indudablemente. ¿Puede la plena divinidad de Cristo ser establecida a partir de sus páginas? Absolutamente. ¿Puede la existencia de Cristo desde toda la eternidad ser probada a través de la Escritura? Sin lugar a dudas. No solo la Biblia testifica positivamente estas verdades fundacionales, sino que el Espíritu de Profecía se yergue hombro a hombro con la Escritura en su defensa. La Biblia es supremamente suficiente para proteger a la iglesia contra falsas concepciones de la Deidad, y el Espíritu de Profecía ha sostenido consistentemente este testimonio bíblico.

La virtud inherente del principio de la Sola Scriptura es que la Biblia guarda la verdad independientemente de las preferencias teológicas humanas, incluidas aquellas que son trinitarias. Pues, ¿no existen acaso falsas concepciones de Dios sostenidas actualmente entre nuestro pueblo bajo el mismo estandarte del “trinitarismo”? Lamentablemente, sí. ¿Cómo, entonces, probaremos estas concepciones? ¿Exigiendo la adhesión a las 28 Creencias Fundamentales, o llevándolas ante el tribunal del pleno consejo de la Palabra de Dios?

Un Examen Comparativo de Dos Formulaciones

Realicemos un examen práctico de dos concepciones de Dios distintas, aunque ambas singularmente adventistas. Las someteremos a la prueba de la Escritura, teniendo en cuenta que ambas representan formulaciones adoptadas por la iglesia en diferentes momentos de su historia.

  1. Los Principios Fundamentales (1872 - 1914) - La declaración original de las creencias Adventistas del Séptimo Día, impresa y publicada por la iglesia durante toda la vida de Elena G. de White. Los Adventistas del Séptimo Día creían oficialmente:

“I – Que hay un solo Dios, un ser personal y espiritual, el creador de todas las cosas, omnipotente, omnisciente y eterno, infinito en sabiduría, santidad, justicia, bondad, verdad y misericordia; inmutable, y presente en todas partes mediante su representante, el Espíritu Santo. Sal. 139:7.

II – Que hay un solo Señor Jesucristo, el Hijo del Padre Eterno, aquel por quien Dios creó todas las cosas, y por quien estas subsisten; …” (Copia escaneada) (*)

  1. Las Creencias Fundamentales actuales (1980 - presente)

II - Hay un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas coeternas. Dios es inmortal, todopoderoso, omnisciente, supremo y siempre presente. Es infinito y está más allá de la comprensión humana, y sin embargo se le conoce mediante su autorrevelación. Dios, que es amor, es digno para siempre de la adoración, la alabanza y el servicio de toda la creación. (Gén. 1:26; Deut. 6:4; Isa. 6:8; Mat. 28:19; Juan 3:16; 2 Cor. 1:21, 22; 13:14; Efe. 4:4-6; 1 Ped. 1:2.)

III - Dios el Padre eterno es el Creador, la Fuente, el Sustentador y el Soberano de toda la creación. Es justo y santo, misericordioso y lleno de gracia, lento para la ira y abundante en amor inquebrantable y fidelidad. Las cualidades y poderes manifestados en el Hijo y en el Espíritu Santo son también los del Padre. (Gén. 1:1; Deut. 4:35; Sal. 110:1,4; Juan 3:16; 14:9; 1 Cor. 15:28; 1 Tim. 1:17; 1 Juan 4:8; Apoc. 4:11.)

IV - Dios el Hijo eterno se encarnó en Jesucristo. Por medio de Él fueron creadas todas las cosas, se revela el carácter de Dios, se logra la salvación de la humanidad y se juzga al mundo…

V - Dios el Espíritu eterno estuvo activo con el Padre y el Hijo en la Creación, la encarnación y la redención. Él es una persona, tal como lo son el Padre y el Hijo. Inspiró a los escritores de la Escritura. Llenó de poder la vida de Cristo. Atrae y convence a los seres humanos; y a aquellos que responden, Él los renueva y transforma a la imagen de Dios. Enviado por el Padre y el Hijo para estar siempre con Sus hijos, extiende dones espirituales a la iglesia, la capacita para dar testimonio de Cristo, y en armonía con las Escrituras la guía a toda verdad. (Gén. 1:1, 2; 2 Sam. 23:2; Sal. 51:11; Isa. 61:1; Luc. 1:35; 4:18; Juan 14:16-18, 26; 15:26; Juan 16:7-13; Hech. 1:8; 5:3; 10:38; Rom. 5:5; 1 Cor. 12:7-11; 2 Cor. 3:18; 2 Ped. 1:21.)

XIV - … Mediante la revelación de Jesucristo en las Escrituras compartimos la misma fe y esperanza, y nos extendemos en un solo testimonio a todos. Esta unidad tiene su origen en la unicidad del Dios trino, que nos ha adoptado como Sus hijos…

Estas dos concepciones de Dios, aunque ambas adventistas, son fundamentalmente diferentes. Si tomáramos cualquiera de las dos declaraciones y la convirtiéramos en la prueba final de comunión —en lugar de probar todas las creencias por la Biblia— nos adentraríamos en un camino peligroso hacia la apostasía. Por lo tanto, llevemos ambas formulaciones ante el tribunal de la Escritura en sus puntos de diferencia correspondientes.

Monoteísmo

Los Principios Fundamentales articulan una concepción en la que el Dios monoteísta de la Biblia es un Ser único —el Padre— a quien se atribuye en última instancia la creación.

En contraste, las Creencias Fundamentales actuales postulan que el Dios monoteísta de la Biblia es una unidad de tres Personas coeternas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

1 Corintios 8:4b, 6 - RVR60 "4 ...sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. 6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él."

Los puntos iniciales de los Principios Fundamentales toman su lenguaje directamente de este versículo, afirmando que el "un Dios" del monoteísmo es el Padre. Nuestras Creencias Fundamentales actuales no llegan a esta conclusión, aunque sí afirman que el Padre es "el Creador, la Fuente, el Sustentador y el Soberano de toda la creación", lo cual es consistente con la frase "del cual proceden todas las cosas".

Otro texto definitivo sobre el monoteísmo es Juan 17:3. Aquí, Cristo mismo, orando a Su Padre, lo identifica como "el único Dios verdadero":

Juan 17:3 - RVR60 "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado."

Otros pasajes, como Efesios 4:4-6 y 1 Timoteo 2:5, hablan con similar claridad del Padre como "un Dios". No hay versículos explícitos en la Biblia que describan al Hijo o al Espíritu Santo con la frase "el único Dios". La conclusión de las Creencias Fundamentales —que el "un Dios" es una unidad de tres Personas— se alcanza a través de una síntesis teológica específica, en lugar de la voz directa de la Escritura. Esta línea de razonamiento teológico, que surge del imperativo de defender la plena divinidad de Cristo, resulta en una comprensión del monoteísmo que va más allá del lenguaje más directo de ciertos pasajes bíblicos.

La Plena Divinidad de Cristo

Que Jesús es plenamente Dios es una verdad escrituraria innegociable, declarada en textos como Juan 1:1, 14; 20:28; Hebreos 1:8; Colosenses 2:9; Filipenses 2:5-7; e Isaías 9:6. ¿Contradice este testimonio la propia afirmación de la Escritura de que solo el Padre es el "un Dios"? La respuesta depende del marco teológico de cada uno.

Las Creencias Fundamentales ajustaron su visión sobre el monoteísmo para incluir a Cristo como Dios. Pero, ¿es esta maniobra teológica la única manera de armonizar estas afirmaciones aparentemente contrapuestas? Los Principios Fundamentales son prueba de que no lo es.

La plena divinidad de Cristo se sostiene robustamente en la frase "el Hijo del Padre Eterno". La pregunta en cuestión es cómo es Jesús Dios. En la visión trinitaria, Jesús es, o es parte de, el único Dios monoteísta. En la visión no trinitaria de los pioneros, Jesús es Dios por los méritos de Su Filiación, una conclusión extraída de aceptar la frase "el Hijo de Dios" en el sentido más directo y obvio que emplea el lenguaje. Los hijos, después de todo, heredan la naturaleza completa de sus padres. Así es con Cristo. Pablo escribe:

Efesios 3:14-15 - RVR60 "14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia [patria - paternidad] en los cielos y en la tierra,"

La visión trinitaria moderna, sin embargo, no toma la Paternidad de Dios o la Filiación de Cristo en este sentido literal, ontológico. En cambio, limita su relación a roles funcionales dentro del Plan de Salvación.

*La filiación de Jesús, sin embargo, **no es ontológica sino funcional. En el plan de salvación cada miembro de la Trinidad ha aceptado un rol particular. Es un rol con el propósito de lograr un objetivo particular, no un cambio en esencia o estatus.*” {Gerhard Pfandl, Biblical Research Institute, THE TRINITY IN SCRIPTURE, junio de 1999.}

La filiación no es Su identidad innata y eterna, sino más bien un rol que Él asumió con un propósito.” {Ty Gipson, The Sonship of Christ, p. 72 Kindle}

“*Pero toda esta significativa y hermosa teología del evangelio se pierde si empujamos la Filiación de Cristo hacia alguna identidad única que solo Él posee desde la eternidad pasada. Ninguna lógica narrativa de Pablo tiene sentido si partimos de la premisa de que Jesús es el Hijo de Dios en un sentido antiguo y ontológico*.” {Ty Gipson, The Sonship of Christ, p. 78 Kindle}

Aquí yace una trayectoria teológica crítica. El término ‘ontológico’, tal como lo emplean estos teólogos, se refiere a una Filiación literal, y se opone al significado obvio de las palabras "el Hijo de Dios". La razón para negar este significado llano es una deducción lógica: una filiación literal implica un comienzo, lo que contradeciría la eternidad de Cristo.

“...la imagen padre-hijo no puede aplicarse literalmente a la relación divina Padre-Hijo dentro de la Deidad. El Hijo no es el Hijo natural y literal del Padre. Un hijo natural tiene un comienzo, mientras que dentro de la Deidad el Hijo es eterno. El término ‘Hijo’ se usa metafóricamente cuando se aplica a la Deidad.” {BRI, Question on Sonship}

Este rastro lógico comienza con la verdad bíblica de que Jesús es eterno. A partir de esta premisa, el razonamiento concluye que Su Filiación debe ser metafórica, lo que a su vez lleva a la conclusión final de que Su divinidad se afirma redefiniendo al "un Dios" como una unidad de tres personas, dejando así de lado el lenguaje llano de la Escritura que dice que el Dios monoteísta es el Padre. Debemos reconocer toda esta cadena por lo que es: una síntesis teológica humana. Como tal, somos libres de probarla por las Escrituras.

La cuestión de "cómo" Dios es uno y sin embargo tres generalmente se considera un misterio. Pero, ¿no podríamos aplicar el mismo principio de misterio a la Filiación de Cristo? ¿No podemos aceptar por fe tanto que Cristo es eterno (Miqueas 5:2, Proverbios 8:23) y al mismo tiempo que Él es el Hijo unigénito de Dios—"engendrado en la imagen misma de la sustancia del Padre" {ST 30 de mayo de 1895, párr. 3}? Para nuestras mentes finitas, el lenguaje de que Sus "*salidas* *son desde el principio, desde los días de la eternidad*" (Miqueas 5:2, RVR60) y que Él "*fue establecida desde la eternidad, desde el principio*" (Proverbios 8:23, RVR60 cf.) es ciertamente paradójico. ¿Cómo puede Alguien ser desde la eternidad y sin embargo ser engendrado? Si una noción aparentemente contradictoria surge de nuestra comprensión finita, que descanse en el claro testimonio de la Escritura, en lugar de nuestro razonamiento teológico.

Si aceptamos por fe que Cristo es tanto eterno como verdaderamente engendrado del Padre —un misterio similar a la aceptación trinitaria de un Dios en tres Personas— podemos afirmar la plena divinidad de Cristo a través de Su Filiación sin dejar de lado Su testimonio directo de que Su Padre es "el único Dios verdadero". Por lo tanto, está claro que esta visión no trinitaria no solo es una opción bíblicamente válida, sino una con una fuerte base escrituraria.

En el contexto de este análisis comparativo, ¿qué declaración de fe es más sólida bíblicamente?

1) Dios es: una unidad de tres personas - el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo 2) Dios es: el Padre de Cristo, y Cristo es el Hijo de Dios

Si nuestra única prueba fueran las 28 Creencias Fundamentales, nunca examinaríamos esta cuestión por las Escrituras en primer lugar. Pero vemos que la Escritura misma es suficiente para enseñar un monoteísmo simple, la plena divinidad de Cristo y Su existencia eterna.

La Personalidad del Espíritu Santo

Aquí, las Escrituras proveen plena suficiencia para enseñar la verdad. La personalidad del Espíritu Santo se revela a través de Su obra: el Espíritu Santo habla (Hechos 13:2), enseña (Juan 14:26), toma decisiones (Hechos 15:28), puede ser contristado (Efesios 4:30), se le puede mentir (Hechos 5:3,4), prohíbe planes (Hechos 16:6,7), comprende los pensamientos de Dios (1 Corintios 2:10,11), y da testimonio (Romanos 8:16; Juan 15:26).

El consejo de Elena G. de White está en pleno acuerdo con este razonamiento:

"*El Espíritu Santo tiene una personalidad; de lo contrario, **no podría dar testimonio a nuestros espíritus y con nuestros espíritus de que somos hijos de Dios. También debe ser una persona divina; de lo contrario, no podría escudriñar los secretos que yacen ocultos en la mente de Dios. 'Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.'*" [1 Corintios 2:11, RVR60]. {EGW; 21LtMs, Ms 20, 1906, párr. 32}

Nuestras Creencias Fundamentales actuales están en pleno acuerdo con estos claros testimonios. Los Principios Fundamentales anteriores también defendían la personalidad del Espíritu Santo al describirlo como el 'Representante' activo de Dios. ¿Cómo puede un Representante ser impersonal? Dios está "presente en todas partes mediante Su representante el Espíritu Santo". Como Representante de Dios, Él está en plena obra de dar testimonio, enseñar, reprender, etc.

Ambas declaraciones se adhieren a la personalidad del Espíritu Santo, aunque las Creencias Fundamentales actuales son más explícitas.

La Omnipresencia y Personalidad de Dios

Aquí encontramos una diferencia sutil pero profunda. En las Creencias Fundamentales, Dios —una unidad de tres personas— es inherentemente omnipresente. En los Principios Fundamentales, Dios —específicamente el Padre— no es personalmente omnipresente, sino que alcanza la omnipresencia a través de "Su representante el Espíritu Santo". Las repercusiones teológicas de esta distinción son sorprendentes, especialmente cuando se consideran a la luz de la personalidad de Dios.

La personalidad de Dios trata de cómo Dios es una persona —específicamente, cómo el Padre es una persona. La Creencia Fundamental #5 declara del Espíritu Santo: "*Él es una persona, tal como lo son el Padre y el Hijo". Esto sugiere que el Padre y el Hijo son personas en el *mismo sentido en que lo es el Espíritu Santo: funcionalmente. Hablan, enseñan y deciden. Esto implica que su cualidad de ser personas no es ontológica, sino funcional. Se nos dice que no indaguemos en la naturaleza ontológica de Dios, pues es un misterio.

Pero la pregunta "cómo es el Padre una persona?" es legítima, y la Biblia y el Espíritu de Profecía proveen una respuesta clara. Una revelación definitiva le llegó a Elena G. de White en visión, que responde si la personalidad del Padre es meramente funcional o algo más:

"A menudo he visto al amable Jesús, que Él es una persona. Le pregunté si Su Padre era una persona, y tenía una forma como la Suya. Dijo Jesús: '¡Soy la imagen misma de la sustancia de Mi Padre!' [Hebreos 1:3.]". {EGW; 18LtMs, Lt 253, 1903, párr. 12}

¿Qué hace que el Padre sea una persona? No son meramente Sus cualidades abstractas, sino Su forma externa y visible. En otras palabras, Dios el Padre es una persona porque posee una forma tangible y material. Como tal, Él está ubicado en un lugar específico: el Cielo, en el Santuario Celestial, donde se sienta y gobierna desde Su Trono. Aunque Él personalmente mora en el Cielo, está presente en todas partes mediante Su Representante, el Espíritu Santo.

Por lo tanto, infiriendo de la simplicidad de este testimonio, el Padre y el Hijo son personas ontológicamente (poseyendo formas distintas y materiales), mientras que el Espíritu Santo es una persona en un sentido estrictamente funcional, sin poseer tal forma (Lucas 24:39).

Los profetas canónicos, junto con Elena G. de White, vieron la gloria de la persona de Dios. La cuestión interpretativa es si aceptamos estos relatos en su sentido llano y obvio o en algún sentido espiritual. Inmediatamente después de relatar su visión, Elena G. de White emitió esta solemne advertencia:

"*A menudo he visto que la vista espiritual quitaba toda la gloria del cielo, y que en muchas mentes el trono de David y la amable persona de Jesús han sido consumidos en el fuego del espiritualismo. He visto que algunos que han sido engañados y llevados a este error serán sacados a la luz de la verdad, pero les será casi imposible deshacerse por completo del poder engañoso del espiritualismo*" [{EGW; Lt 253, 1903, párr. 13.}](https://egwwritings.org/read?panels=p28.490(28.491)

El "fuego del espiritualismo" consume la realidad del trono de Dios y la persona de Cristo como resultado directo de una "vista espiritual". Si aceptamos la noción trinitaria de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas co-iguales, personas en el mismo exacto sentido, y afirmamos correctamente que la personalidad del Espíritu Santo es funcional y sin forma, entonces consecuentemente despojamos al Padre y al Hijo de sus formas visibles y materiales —terminando en el mismo espiritualismo contra el cual se nos advierte. Nuestra declaración actual de Creencias Fundamentales no solo carece de las salvaguardas contra este error, sino que deja espacio para apoyar tal visión.

A diferencia de las Creencias Fundamentales que guardan silencio sobre la cuestión de la personalidad de Dios, los Principios Fundamentales defienden la doctrina bíblica de la personalidad de Dios al declarar que el "un Dios" —el Padre— es "un ser personal y espiritual", que está presente en todas partes mediante Su Representante. Este lenguaje preserva la intrincada conexión entre la clara enseñanza de la Biblia sobre la omnipresencia de Dios y Su morada personal (corporal) en el Cielo.

Conclusión

Con la doctrina de la presencia y personalidad de Dios, hemos cerrado el círculo. Esta doctrina, aceptada en su simplicidad bíblica, afirma la Filiación literal de Cristo, lo que conduce a Su plena divinidad, y sin embargo sostiene al Padre como el único Dios monoteísta de la Biblia, y confirma la personalidad del Espíritu Santo. Fue un pilar de nuestra fe desde el principio, sostenido firmemente durante toda la vida de Elena G. de White, y fue su principal defensa contra los errores panteístas de Kellogg en su última década.

En última instancia, dos doctrinas mutuamente excluyentes sobre Dios están ante nosotros: la doctrina trinitaria moderna y la doctrina pionera de la presencia y personalidad de Dios. La diferencia radica في la interpretación del lenguaje bíblico. En una visión, Dios se ajusta a nuestra comprensión finita, usando metáforas como "Padre" e "Hijo" como roles funcionales, dentro del alcance del Plan de Salvación, mientras que fuera de ese alcance, Él no es así (visión inmanente de la trinidad). En la otra visión, Dios creó al hombre a Su propia imagen, y los términos "Padre", "Hijo" y "Espíritu" describen una realidad innata, que debe leerse en el sentido obvio que emplea el lenguaje.

El contraste es marcado. Una visión se aferra a una complicada síntesis teológica que vela el lenguaje llano de la Biblia con simbolismo; la otra acepta el lenguaje simple y aparente de la Biblia. Ambas visiones contienen elementos que son incomprensibles para la mente finita y deben ser aceptados por fe. Ambas se adhieren a la plena divinidad de Cristo y la personalidad del Espíritu Santo. Sin embargo, con la Escritura en nuestras manos, estamos capacitados para probar cuál es más coherente, más consistente y más cercana al testimonio divino.

Es precisamente porque una doctrina como la doctrina trinitaria se construye sobre capas de intrincado razonamiento teológico y supuestos filosóficos que naturalmente se somete al escrutinio más riguroso cuando se deja de lado la autoridad de un credo humano. Históricamente, esta doctrina se erigió estableciendo credos hechos por hombres. Esta realidad, sin embargo, no hace que la iniciativa de Libertad de Conciencia sea inherentemente antitrinitaria. El principio de Sola Scriptura es majestuosamente imparcial; no es ni pro- ni antitrinitario. Simplemente exige que toda creencia, ya sea apreciada por mayorías o minorías, sea llevada al único estándar inexpugnable. Como declaró tan poderosamente el Espíritu de Profecía: “Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto, debemos exigir un claro ‘Así dice Jehová’ en su apoyo.'{EGW; GC 595.1; 1911}

Volvemos a la pregunta primordial y su respuesta definitiva. ¿Es peligroso exaltar la Biblia como nuestro único credo? El peligro no radica en la Palabra de Dios, sino en la coerción de los sistemas humanos. El plan divino de Dios no es la unidad por credo, sino la unidad por el oír. Es el sagrado deber de Su iglesia escuchar la voz de su Pastor mientras habla desde Su Palabra divinamente designada, y seguirlo dondequiera que Él la guíe (Juan 10:27; Apocalipsis 14:4).

Por lo tanto, nuestra única seguridad —nuestra única protección contra el error— reside en esta misma lealtad inquebrantable. Cuando elevamos la Biblia como la única y exclusiva prueba de fe, la iglesia se purifica no por la imposición de etiquetas designadas por hombres, sino por el poder vivo y activo de la Palabra misma. En ese espacio sagrado, donde la conciencia está sujeta solo a Dios, Su pueblo se mantendrá seguro, fiel y verdadero.


Para Estudio Adicional y Testimonio

Las doctrinas exploradas aquí, particularmente la personalidad de Dios, poseen una profundidad y una amplitud histórica que exceden con creces el alcance de un solo artículo. Para aquellos cuyo interés se ha despertado para profundizar en el desarrollo histórico de esta creencia adventista fundacional, recomendamos a su estudio el libro The Forgotten Pillar, una obra que proporciona un examen exhaustivo de la evolución de esta doctrina dentro de nuestro movimiento.

Además, para presenciar las consecuencias prácticas, y a veces desgarradoras, de los principios discutidos, dirigimos su atención a otro registro esencial. Relata la historia de dos ancianos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Chewelah y dos pastores fieles que, manteniéndose firmes en el lenguaje sencillo de la Biblia, se encontraron incapacitados en buena conciencia para defender la redacción precisa de la Creencia Fundamental #2. La narrativa documenta las severas medidas eclesiásticas que enfrentaron por su postura. Su poderosa defensa de la fe, yuxtapuesta con el mal uso de la autoridad institucional, se narra en el relato "One God, One Church".